Aquiles, en griego antiguo Ἀχιλλεύς Αἰακίδης, Akhilleus Aiakidēs, también transliterado como Aquileo; era el hijo del mortal Peleo, rey de los mirmidones en Ftía y la diosa marina Tetis. Zeus y Poseidón se habían disputado su mano hasta que Prometeo (o, según otras fuentes, Temis), profetizó que Tetis engendraría un hijo más grande que su padre. Por esta razón ambos tuvieron que renunciar a su deseo, y Tetis fue obligada a casarse con Peleo.
Cuando Aquiles nació Tetis intentó hacerle inmortal sumergiéndolo en la laguna Estigia, pero olvidó mojar el talón por el que le sujetaba, dejando vulnerable ese punto. En otra versión de la historia, Tetis ungía al niño con ambrosía y lo ponía al fuego del hogar para quemar las partes mortales de su cuerpo. Fue interrumpida en estos quehaceres por Peleo, que arrancó con violencia al niño de sus manos y éste quedó con un talón carbonizado. Tetis, enfurecida, abandonó a ambos. Peleo sustituyó el talón quemado de Aquiles por la taba del gigante Dámiso, célebre por su velocidad en la carrera. De ahí que se nombrara a Aquiles como ‘el de los pies ligeros’ .
Peleo confió a Aquiles y Patroclo al centauro Quirón en el monte Pelión para que los criase.5 Quirón los alimentó con fieros jabalíes, entrañas de león y médula de oso para aumentar su valentía; además, les enseñó el tiro con arco, el arte de la elocuencia y la curación de las heridas. La musa Calíope les enseñó el canto, y el profeta Calcante predijo que a Aquiles se le daría a escoger entre una vida corta y gloriosa o larga en años y anodina.
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