En griego antiguo Ἀνδρομέδα, ‘gobernante de los hombres’, era hija de los reyes etíopes Cefeo y Casiopea, además de la mujer de Perseo y madre de siete hijos. Su madre, habiendo presumido de ser tan bella como las Nereidas, provocó la furia de Poseidón. Este decidió inundar la Tierra y enviar al monstruo marino Ceto, para que acabase con los hombres y el ganado. El padre de Andrómeda sabía, por el oráculo de Amón, cual era la única solución: casar a su hija con el monstruo. Para ello, la dejó únicamente vestida con unas joyas y encadenada a una roca.
Perseo, que tras matar a Medusa había recibido como obsequio de las Náyades unas sandalias aladas, la vio encadenada y se enamoró de ella. Bajó hasta la playa para hablar con Cefeo y Casiopea para pedir la mano de la joven a cambio de acabar con el monstruo. Los reyes, a regañadientes, aceptaron y Perseo, con la cabeza de Medusa -que convertía en piedra a quién la mirara-, acabó con Ceto y lo convirtió en un coral. El héroe creía que su boda con la joven sería inminente, pero había un problema: la madre de Andrómeda había prometido ya a su hija con el príncipe Agénor, por lo que Perseo tuvo que luchar contra él y todo su séquito. De nuevo, utilizó la cabeza de Medusa y consiguió casarse con su amada.
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